Un proyecto de Ley de Reforma Magisterial en la Comisión de Educación del congreso en pleno debate y la huelga indefinida iniciada hace poco por un sector de maestros afiliados a CEN del SUTEP, configuran tal vez la situación educativa actual y coyuntural de mayor interés e importancia que vive el país. En este panorama y en un intento de coadyuvar en algo las comprensibles posiciones a favor o en contra, sobre la necesidad o no de una nueva ley magisterial, ensayamos lo siguiente:
1. En los últimos casi 70 años, cinco leyes magisteriales han regulado a los maestros peruanos, estas son: la Ley Orgánica de Educación pública 9359 promulgada por Manuel Prado (abril de 1941), la Ley 15215 Ley de Estatuto y escalafón del magisterio Peruano promulgada por Fernando Belaunde Terry (noviembre de 1964), el DL 22875 “Ley del Magisterio” promulgada por Francisco Morales Bermúdez (enero de 1980), la Ley del Profesorado Nº 24029 promulgada por Fernando Belaunde Terry (diciembre de 1984) y modificada por Alan García (mayo 1990), y la Ley Nº 29062 promulgada por Alan García (julio de 2007).
2. Heráclito de Éfeso casi 500 años antes de Cristo decía “nadie puede bañarse dos veces en el mismo rio, pues cuando lo haga por segunda vez; ni él, ni el rio, serán los mismos”. Estas frases, no son sino, reflexiones que se traducen en el entendimiento de que todo fluye, cambia y nada dura eternamente. Por ello, si bien las leyes antes mencionadas fueron promulgadas como respuesta a los reclamos y jornadas de lucha, están inexorablemente sometidas a la exigencia de los cambios y actualizaciones pues cada una responden a momentos, realidades y necesidades históricas diferentes.
3. En estos momentos coexisten, dos leyes: La Ley 29062 más conocida como la Ley de a Carrera pública magisterial (LCPM) con aproximadamente un 16% de docentes bajo su régimen, y Ley del Profesorado 24029 que alberga al grueso restante del magisterio peruano. Esta situación no sólo genera dificultades administrativos y presupuestales al Estado, sino sobre todo, problemas en los mismos docentes, algunos bien pagados y muchos pauperizados, obviamente generando una atmosfera de resentimiento y división entre ellos.
4. Una posición dialéctica, humanista y científica debe reconocer que la educación es un proceso histórico social sujeta a los cambios y necesidades de un determinada sociedad, por lo que la defensa de la vigencia plena y absoluta de la Ley 24029 no tendría asidero, pues para este momento han quedado desfasados muchos artículos como los del capitulo III que contemplan la profesionalización para los colegas en condición de interinos (situación que en la actualidad ya no tiene sentido), o por ejemplo seguir defendiendo el nombramiento automático sin tener en cuenta la inmensa legión de docentes con titulo en mano todos con innegable y justa aspiración a su nombramiento.
5. Con respecto a la Ley 29062 (Ley de la CPM), tampoco constituye una verdadera alternativa a las exigencias y necesidades de la sociedad y de los docentes, peor aún si consideramos que esta se aprobó en el Congreso vía Comisión Permanente sin debate ni consenso y que bajo el pretexto de defender el derecho de los sujetos que aprenden (los estudiantes)- vulneró el derecho de los sujetos que enseñan (los docentes). Además no se puede negar que su aplicación e implementación ha sido desastrosa.
6. En este escenario de hechos y a nuestro juicio La reforma magisterial, constituye una alternativa a considerar, sobre todo si se tienen en cuenta la intención de unificar a todos los maestros bajo un solo régimen laboral para asi poder juntos exigir nuestras justas reinvindicaciones; sin embargo, esta debe darse no pensando solamente en los derechos de los sujetos “que enseñan” sino también en los derechos de los sujetos “que aprenden” e incorporando las diversas propuestas que se tiene al respecto, en fin, debe ser producto del consenso y la participación de todos los sectores y actores educativos y no necesariamente a través ni como respuesta a una huelga como se suele hacer. El gran cambio y la trasformación de la educación pasa por el diálogo con la verdad en la mano, el entendimiento y un sólido compromiso de todos por salvar esta preocupante situación.