Las polémicas denigrantes y discriminatorias recientes declaraciones de una desubicada ciudadana chilena de nombre Inés Pérez Concha al referirse a las trabajadoras del hogar y obreros de su país, si bien, por un lado muestran que lamentablemente en Chile como en muchos países del mundo,[1] aún falta mucho por comprender y aceptar la igualdad de los hombres por encima de las diferencias étnicas, económicas y sociales. Por otro lado, nos recuerda también, la incansable labor del gran maestro Arguedas por desterrar estos prejuicios discriminatorios.
Por ello, al conmemorarse este miércoles 18 de enero un aniversario más del nacimiento de José María Arguedas, seguro muchos peruanos orgullosos herederos de una nación milenaria fusionada en el devenir de la historia con varias razas hispano europeas, asiáticas y africanas hasta configurar la esencia del mestizaje, raíz de la peruanidad actual; asumiremos que somos un pais mestizo y que las diferencias y discriminaciones entre compatriotas no tienen sentido desde ningún punto de vista. Así lo entendemos y reconocen muchos como Mario Vargas Llosa, quien en su discurso al recibir el premio Nobel dijo, “Un compatriota mio, José María Arguedas, llamó al Perú el país de todas las sangres. No creo que haya fórmula que lo defina mejor. Eso somos y eso llevamos dentro los peruanos, nos guste o no: una suma de tradiciones, razas, creencias y culturas procedentes de los cuatro puntos cardinales”.
Sin embargo, el pensamiento y la propuesta de nuestro tayta[2] Arguedas va mucho más allá. En primer lugar, parte básicamente de dar a conocer al mundo andino desde sus entrañas, la idiosincrasia del indio, la fuerza de sus creencias, sentimientos y de apoyo al prójimo, la riqueza y expresividad de su folklore y costumbres, magistralmente expresados en obras insuperables como “Agua”, “Todas las sangres” y “Los ríos profundos”. Y en segundo lugar, plantea la visión de un ser humano sojuzgado e incomprendido por el mundo occidental, describiendo sus tribulaciones y latentes resentimientos, así como también avizorando sus dificultades y posibilidades de incorporación a modelos culturales occidentales e industrializados en obras como “El zorro de arriba y el zorro de abajo” y en los múltiples ensayos que escribió.
Con seguridad, sus aportes antropológicos y sociológicos a la cultura peruana, así como el estudio y entendimiento de sus obras, seguirán siendo motivo de reconocimientos, seguro también, no faltarán personas sectarias incapaces de comprender la cultura andina (como Julio Cortázar) quienes cuestionen y desconozcan su valor y vigencia; con todo, a los peruanos de todas las sangres nos corresponde celebrar este centésimo primer aniversario de su nacimiento, y reconocer el legado de un peruano ejemplar de extraordinaria sensibilidad quien olvidándose del color de su piel (blanca) sintió y trató al indio como a su hermano (actitud largamente distinta al de la señora Inés Pérez). Por lo que, su pensamiento y ejemplo nos debe llevar a emularlo y asumir que somos parte de una sola nación, donde nuestra historia y diversidad antes de separarnos nos enriquece y une más.
[1] Aunque un grupo de activistas chilenos planean salir a la calle a expresar su descontento y rechazo frente a sus declaraciones.
[2] Término quechua cuya connotación es “padre superior, el más experimentado, el que más sabe”. Consideración y respeto con que hasta hoy se refieran a Arguedas los hombres del ande.