No sólo de pan vive el hombre… también necesita escribir
Con sinceridad, no podría explicar a satisfacción que extrañas e inmensas palancas mueven cada átomo y cada célula del poeta; para transformarlo en un ser capaz de sentir e interiorizar las vivencias ajenas, sus alegrías y tribulaciones mas hondas como si fueran propias y expresarlas extraordinariamente a través de la poesía. Lo que si puedo decirles, es que mientras el crepúsculo pincele la esperanza y el mar dibuje nuestros sueños, mientras se escuche el arrullo del rio en la quebrada y cante el jilguero cada mañana, mientras la fe esté colmada de agua pura de manantial y las flores de las retamas alegren los caminos, mientras los poetas y la poesía sigan vivos y versen cantos de esperanzas; entonces, seguiré soñando que aún es posible alcanzar el mañana y un mundo nuevo... más humano.
Ahora, si por un lado hay que felicitar a Alejandro Melgar, a los antologados y a todos los vates de nuestro país que a pesar del poco reconocimiento siguen empeñados en dedicarnos las melodías más puras de la expresión del alma humana a través de la poesía, por otro lado, es indispensable también preocuparnos por cómo la globalización y el avance tecnológico han relegado a la poesía y a la literatura a un simple hobby, por cómo los jóvenes estudiantes ganados por el consumismo asumen que no tiene sentido crear literatura, en fin, preocuparnos también porque nosotros los profesores tampoco casi nada estamos haciendo con nuestros estudiantes para despertarles el gusto por la creación literaria como una forma superior de comunicarse y expresar sus deseos y sentimientos.
Como dicta el titulo del presente artículo, estoy convencido que “no sólo de pan vive el hombre… también necesita escribir”, necesita escribir poesía, narrativa, ensayo etc. para manifestar sus motivaciones y anhelos en un espacio y momento histórico, para descubrirse en toda su dimensión, para hacerse más fraterno con su especie, pero sobre todo para hacerse mas humano; Entonces, tal vez hoy más que ayer, sea un imperativo asumir sobre todos los maestros, la gran tarea que nos conduzca a forjar en nuestros estudiantes, nuevos hombres liberados del pragmatismo y el individualismo insensible que carcome sus conciencias.
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