martes, 24 de julio de 2012

SOBRE EL PREMIO AL ESCRITOR Diego Trelles Paz


Los primeros días de la semana pasada, se hizo pública la grata noticia de que el escritor peruano Diego Trelles Paz ganó la tercera edición del premio de novela Francisco Casavella 2012 por su obra "Bioy", producción literaria que saldrá a la venta el 11 de setiembre bajo la editorial española Destino.
Fue esta misma editorial la encargada de comunicar, que el jurado conformado por reconocidos escritores como Gabi Martínez, Joan Riambau y Gonzalo Torné eligió la obra entre las 519 novelas presentadas, manifestando que fue por "la valentía de una apuesta tanto estética como argumental para retratar la sinrazón que durante muchos años ha gobernado la lucha armada en Latinoamérica".
Por otro lado, el laureado escritor en una entrevista a la agencia EFE declaró entre varias cosas que "La violencia fue tanta en este país y tan irracional que a mí hasta me sobraba material. Incluso he intentado abarcar no sólo las matanzas que ocurrían en Lima, sino de una manera general, es una indagación sobre lo que significó la violencia en ambos lados: la violencia por parte del terrorismo y de las Fuerzas Armadas"
De hecho, siempre es motivo de satisfacción que un compatriota sea reconocido internacionalmente y más aún considerando que su obra se haya impuesto a 518 novelas en competencia, mereciendo como consecuencia múltiples elogios de personajes del mundo literario como la del escritor español Gabi Martínez quien reconoció su talento y producción haciendo semejanza y parangón con la de nuestro nobel Mario Vargas Llosa.
Sin embargo, es menester dejar claro que tanto "Bioy", así como "Abril rojo" de Santiago Roncagliolo, "La hora azul" de Alonso cueto o "Los años difíciles" de Jorge Eduardo Benavides (todas con galardones y reconocimientos) son producciones literarias con fuente en la experiencia difícil que nos tocó vivir como sociedad de clases en lucha, y por lo tanto, son novelas complejas que intentan hurgar y explicar en su contenido y trama los acontecimientos de las décadas de 80 y 90, pero sus historias reflejan una visión unilateral del autor o autores lejos de la objetividad de los hechos, agradando a un sector y removiendo las heridas todavía no cicatrizadas del otro, por lo que podría ser entendido como una irresponsable provocación que no ayudaría a encontrar el camino de la reconciliación y la paz que necesita nuestro país.
En fin, dentro de los parámetros y licencias que permite la literatura los autores están en su legítimo derecho de poder crear o recrear lo que consideren pertinente a sus intenciones literarias, pero, no deben perder el valor humano y social de la literatura, ese valor de ser la voz de muchas voces, de ser la voz de la esperanza sobre todo de las nuevas generaciones que también con legítimo derecho sueñan con un mundo mejor.

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